En un post anterior hemos colgado la famosa entrevista de Caretas del 14 de abril de 1994 en la que el entonces obispo auxiliar de Ayacucho Juan Luis Cipriani inmortalizaba la frase: “la Coordinadora de Derechos Humanos, esa cojudez”. Es decir, él nunca dijo que los derechos humanos eran una cojudez, como han recordado sus defensores Rafa Rey y Aldito Mariátegui. Tamaña calumnia, él se refería a la Coordinadora nomás.
El 18 de junio de 1995, ya convertido en Arzobispo de Ayacucho, volvió a fustigar a las organizaciones defensoras de los Derechos Humanos, esta vez en el diario oficial El Peruano. Hablan las imágenes.
Nótese que no sólo enfila contra las ONG que reciben y levantan denuncias por violaciones a los DDHH, sino que apoya abiertamente la inolvidable “Ley de Amnistía” de 1995, que buscaba la reconciliación nacional al estilo Fujimori-Montesinos con los valerosos muchachos del grupo Colina a la cabeza.
Bueno, ahora don Juan Luis Cipriani vuelve a la carga demostrando que es un purpurado de muy malos hábitos. El 31 de agosto bramó:
“Son demasiado importantes los derechos humanos para que los dejemos en manos de un pequeño grupo ideológico. Pero llevamos una temporada en que se ha convertido en bandera política de un grupo contra otros”
¿Pequeño grupo ideológico? ¿Una secta quizás? ¿Un cambio de rumbo?
Ahí está el detalle, como dice Martha Moyano cuando se mira en el espejo. Lo que quiere el Cardenal es fundar una nueva Coordinadora de Derechos Humanos que no sea una cojudez. Quiere una representativa de un grupo ideológico más grande. No tiene pierde la propuesta con la eficiencia de Rey, la sensibilidad social de Aldito y el amor por el prójimo de la Alcorta. O sea, una Coordinadora más moderna y menos resentida social.
Gracias pastor limense, ¡qué haríamos sin su magisterio!